2 de septiembre de 2008

Suspendido por acumulación de tareas

Un martes cualquiera en Leganés

No se asusten, no sólo me refiero a la reunión sobre el pacto de gobierno PSOE-IU, en la que todo ha ido por su cauce y con el resultado que algún anónimo ya adelantaba hace unos días.

Les tengo abandonados, lo reconozco. Echo humo y espero que me den una dispensa. No es cuestión de hacer horas extras. Ya saben que las únicas a las que nos pueden obligar son las de emergencia y de momento, Leganés no se cae. Aunque algunos se empeñen en tirarlo. Y otros, amenacen de una forma nada sutil. Pueden verlo aquí.

Dicen que el que no llora no mama y dicen bien. Aquí, porque Leganés está fatal, entre otras muchas cosas en materia de seguridad, con manifestación preparada para mañana incluída, y allí, lloran porque, como yo decía hace un par de días, la seguridad no se puede vincular exclusivamente a nuestro pueblo. ¡Miren que por una vez estoy de acuerdo con Esperanza Aguirre! Ya es curiosa su táctica, la Presidenta dispara hacia arriba, su Vicepresidente hacia abajo. Y los vecinos, de momento en medio.

Si usted es de los que buscan cada martes mi palo al sr. Gómez, don Jesús, no se vayan defraudados. La novedad es que esta vez no voy a ser yo, el palo se lo da el solito: fondo y forma (pinche aquí). El tiempo, ese sí que es un juez insobornable nos dirá el porqué y si no lo hace, más pronto que tarde, se lo diré yo. Mientras tanto, sigo trabajando, también por Leganés, en algo muy jugoso. No se preocupen que les mantendré informados. Vuelvo enseguida.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Neptu crack hoy no te he entendio nada. Pero sigue así les estas haciendo mucho daño. Maquinon.

Anónimo dijo...

Creo que te he entendido lo del palo: CUANTO PEOR MEJOR PARA EL. ¿Me equivoco?

Anónimo dijo...

http://www.ciudadanosporelcambio.com/interior.asp?id=46&situ=PORTADA

Anónimo dijo...

ARTICULO DE INTERES


¿Representa Obama algún cambio?
Obama representa la
retórica del cambio de
ciclo. Ha sabido movilizar
a una base social más
amplia, heterogénea
y transversal que
la que simboliza
Hillary Clinton
Terminados los discursos
y el marketing electoral
en el Pepsi Center, la pregunta
del millón de euros
queda aún sin una respuesta
clara: ¿realmente Barak Obama
significará algún cambio significativo
en Estados Unidos? ¿No será
una imagen sin contenido real, una
cáscara sin sustancia? Convendría
precisar que los comentaristas del
proceso electoral siguen inclinados
a diferenciar los espacios en los que
estos cambios pueden producirse.
De una parte, la política doméstica
–economía, empleo, déficit público,
gestión de los asuntos estatales, derechos
y libertades civiles, etc.–. De
otra parte, la dimensión exterior, esto
es, la posición de Estados Unidos
en el nuevo tablero internacional y
muy especialmente el asunto de la
guerra de Irak.
Pero este enfoque, que sigue diferenciando
entre un fuera y un dentro,
minusvalora los cambios que se
han producido en el mundo en las
dos últimas décadas y la pérdida de
relevancia de esa política de fronteras.
El enfoque remite a un mundo de
Estados donde las disputas a propósito
de la soberanía seguirían rigiendo
nuestros destinos. Ya no es así, o mejor,
no es sólo así. Y Obama representa
en buena medida una lógica del
cambio que rearticula lo nacional y
lo internacional en una nueva política.
Las urgencias periodísticas hicieron
perder de vista con rapidez la importancia
de la victoria demócrata en
las últimas elecciones legislativas en
Estados Unidos. Por vez primera desde
la guerra de Vietnam, ese vínculo
entre lo de fuera y lo propio había supuesto
una derrota brutal de la política
de Bush y de los neocons en Estados
Unidos.
El espacio político en el que Obama
se sitúa no es una vuelta de tuerca
más en la estrategia de la Tercera
Vía, aquella propuesta de subordinación
indecorosa de la izquierda
socialdemócrata a las exigencias del
neoliberalismo. Es la constatación de
que las políticas neoconservadoras
están prácticamente finiquitadas y,
con ellas, las propuestas de acomodamiento
de una parte de la izquierda a
ese mundo. No por nada los Clinton
actuaron de teloneros –imprescindibles,
es verdad– en la Convención, y
tanto los laboristas británicos como
el SPD alemán viven horas más que
bajas. Y por eso suena tan extemporánea
y sin sentido la propuesta del
Partido Demócrata en Italia. Y por
eso también, en sentido contrario, ha
resistido Zapatero en España. Parte
de su habilidad consistió en no vincularse
a la estrategia que Tony Blair
proponía y experimentar con poco tino
y mucho desparpajo en manantiales
políticos tradicionalmente marginalizados
en la izquierda reformista:
el republicanismo por ejemplo. De
paso, el PP de Rajoy ha sacado jugosas
lecciones del cambio de ciclo histórico
que estamos viviendo y se ha
aprestado a enterrar no tanto y no sólo
la retórica de la confrontación, sino
la filosofía de fondo que ha practicado
el partido durante estos últimos
años.
Estamos en un período postneoliberal
y las exigencias del momento
están reconstruyendo el escenario
político en todos los lugares. Y una de
las claves es la minimización de esa
política de fronteras en la que estamos
socializados. Otra es la articulación
de las necesidades del momento
y nuevos liderazgos en condiciones
de sobrepasar las fronteras más o menos
tradicionales de los partidos políticos.
Una tercera serían programas
de reformismo fuerte en asuntos claamplia,
más heterogénea y transversal
que la que simboliza Hillary
Clinton. El esfuerzo de esta por representar
al electorado tradicional
demócrata ha tenido éxito, pero no
es suficiente para ganar la elección
presidencial de noviembre. Por su
parte Obama no podrá triunfar sin
la movilización de ese electorado
golpeado por la política económica
de Bush, cuya obsesión por transferir
rentas a los más ricos ha empobrecido
el país y deteriorado su posición
internacional de una manera
que no tiene precedentes.
Pero lo significativo es quien lidera
la esperanza de victoria y cambio.
En este punto no quedan dudas.
El candidato demócrata a la
presidencia de los Estados Unidos
ha sabido conciliar, en el contexto
de ese país, las necesidades apremiantes
de sectores sociales muy
amplios con un liderazgo que promueve
con fuerza esa retórica positiva
del cambio en contraposición a
la prórroga de las políticas de Bush
que John McCain representaría.
Probablemente no encontremos
en las propuestas programáticas
de Obama la concreción de esa voluntad
de poner fin a los ominosos
ocho años de Bush, pero en este
caso precisamos, en primer lugar,
de una traducción político-cultural
para poder dar la importancia
adecuada a lo que el candidato dice
que va a aplicar cuando gobierne.
Y en segundo lugar, reconocer que
–como otras cosas en Estados Unidos–
la teatralización va muy por
delante de la realidad. Pero lo esencial
ha echado a andar: las dos décadas
de políticas neoliberales y la
última, en particular, de hegemonía
neoconservadora, han llegado
a su fin. Situarse fuera del escenario
postneoliberal es quedarse fuera
del juego político.
ve: Estado con capacidades políticas;
control y regulación de los mercados;
fin de la economía de casino internacional;
reequilibrio en la redistribución
de las rentas; multilateralismo
en la esfera internacional; preeminencia
de las políticas de consenso
internacional en materia ecológica,
entre otras.
Obama representa, a mi juicio, esta
retórica del cambio de ciclo. No tanto
porque defienda una política clara y
abiertamente alternativa frente a la
de Bush o McCain. Su valor estriba en
haber sabido simbolizar las esperanzas
de cambio de una sociedad hastiada
de la intransigencia y el talibanismo
doctrinario de los Bush, Cheney,
Rumsfeld, Perle y compañía. Precisamente
de su éxito da cuenta el haber
movilizado a una base social más
PEDro
chaves giraldo
Profesor de Ciencia Política

Anónimo dijo...

La reunión que no fue tal, buenísimo el titular:

SUSPENDIDO POR ACUMULACION DE TAREAS.