Trece Rosas más floridas que nunca
Allí donde sigáis luciendo floridas. Allí donde vuestra plasticidad siga dando luz a la oscuridad, donde pongáis brillo a lo grisáceo... Hoy se cumplen 70 años que os cortaron la joven vida en una maldita tapia... Pero seguís floreciendo en la conciencia de muchos y marchitando la de otros. Orgullosos estaríamos otros tantos de cometer el mismo crimen que vosotras.
Dejasteis este mundo lleno de escaramujos. Los mismos que intentamos exprimirnos al máximo para hacer brotar lo que vosotras plantasteis. Nunca dejaremos que se marchite lo que vosotras germinasteis. Siempre estaremos en deuda. Vuestro nombre nunca se olvidará de la Historia.
Dejasteis este mundo lleno de escaramujos. Los mismos que intentamos exprimirnos al máximo para hacer brotar lo que vosotras plantasteis. Nunca dejaremos que se marchite lo que vosotras germinasteis. Siempre estaremos en deuda. Vuestro nombre nunca se olvidará de la Historia.
5 comentarios:
Preciosas palabras. Un abrazo, compa.
Salud y República
Descubrí tu blog a través de Kabila, me gusta lo que escribes y también compartimos ideas. Estoy encantada de conocerte.
Bicos
Bienvenida Dilaida.
A pesar del calor, estás invitada a atizar esta lumbre.
Estás en tu casa.
Un saludo DESDE y POR la izquierda.
Preciosas palabras. Un abrazo, compa. De acuerdo contigo, RGalmazán. Yo también grito; ¡SALUD Y REPÚBLICA!. Pero con quién?
Pocas veces escribo. Las trece rosas, como los muchos claveles desconocidos y aún abandonados en cunetas, me siguen emocionando, mosqueando, indignando, cabreando,..............
¿Cuándo, nuestros políticos "rojos" van a cumplir la ley de que nadie "descanse" en cementerios ilegales?. ¿Por qué no se utiliza el plan Ñ,tambiém para rescatar a los leales a la república?
SALUD Y REPÚBLICA, pero con matices.
Para mi tío Felipe no hubo rosas rojas. Su madre, mi abuela, intentó desesperadamente que no se lo llevasen a Paracuellos. El paseillo, ya saben. Tenía 13 años y su delito fue estar interno en el colegio de los PP Escolapios. Se agarró fuertemente a una reja para impedir que los republicanos le subieran al camión. El animal que los dirigía le cortó los dedos. Nunca le volvieron a ver.
Sus dedos aún se conservan, mi abuela los metió en alcohol. Todo el mundo puede verlos: a la muerte de mi abuela pusimos el viejo bote en la urna del nicho del cementerio.
Pero ya se sabe, los muertos a manos de la república, especialmente las víctimas de los "paseillos", simplemente no existen.
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