La rentabilidad de la inseguridad

Un martes cualquiera en Leganés

Recuerdo que nada más acabar las elecciones municipales, alguien dijo que "¿de qué vamos a hablar a partir de ahora?". Y ya saben la que se montó. Poco después, llegó la investidura popular, después la moción y todo lo demás... Es una prueba evidente de que no paramos de hablar. Se puede hablar de casi todo. Y digo casi todo, porque creo que en política deberían existir los asuntos tabúes, los temas sagrados. No vale todo. Hay cosas en las que el bien común debe estar siempre por encima de los intereses particulares. Y uno de esos temas es la seguridad. El fin debe ser buscarla, para lograrla hay que aplicar un sinfín de medios, unos con mejores resultados que otros. Pero creo que utilizar como arma, nunca mejor dicho, arrojadiza ese asunto es un error que acaba pagándose. Precisamente hemos tenido en la última semana ejemplos en Leganés de lo contrario, de como los intereses particulares han podido con los generales. Como si fuese un juego de niños, unos y otros, se han enmarañado en una pugna sinsentido. Para la oposición popular, Leganés es algo así como la selva en hora punta. Para el equipo de gobierno es un lugar idílico y bucólico. Y ni lo uno ni lo otro. Ya he dicho en alguna ocasión, que la inseguridad no es un problema exclusivo de Leganés, prueba de ello son los números de criminalidad de la Comunidad de Madrid, donde ya sabemos quien gobierna.

Quiero cerrar este asunto, con una reflexión después de mi último artículo sobre la seguridad y que tanta polémica ha generado, hasta el punto de que el sr. Gómez, don Jesús, ha atribuido a mis apreciaciones error y maldad. No dudo de que tenga un poco de lo primero, pero si hay algo en mi explicación es lo contrario de lo segundo, bondad, y puede que sea eso precisamente, la bondad, la que me haya hecho caer en el error. Error al creer que su opinión había cambiado en los últimos 7 años, cuando sigue legitimando el uso de armas en aquellas profesiones particulares más peligrosas, con un claro caso de discriminación en función de profesión u oficio, algo que ni la Constitución ni el Estatuto de los Trabajadores permiten y que se reservan para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Como tampoco creo que una autorización administrativa inmunice a la sociedad contra el mal uso de las armas por sus poseedores, y mucho menos que ese simple permiso sustituya a la Justicia, con mayúsculas. Claro que si pensamos que es lo mismo un arma de fuego que un spray antiviolador mal vamos, porque es como si nos ponemos a matar moscas a cañonazos, o a extirpar la cabeza para evitar los malos pensamientos. Así que, sr. Gómez, don Jesús, le admito el error en mis apreciaciones, si prefiere la disparidad, pero no la malicia, una cualidad incompatible con mi corazón tierno de piedra.

No me extiendo más, les dejo con dos recomendaciones:

- El trabajo minucioso, laborioso y magnífico de Ciudadanos por el Cambio sobre los cargos públicos y sueldos en el Ayuntamiento de Leganés.

- El comunicado de la Asociación Vientos del Pueblo de Getafe sobre los destrozos en el Parque de la Alhóndiga en el Sector III. Un trabajo muy bien documentado que me han hecho llegar y como tal lo comparto con ustedes.